Ya no recuerdo cuál fue la primera vez que estuve en Madrid.
Si tuviera una memoria de elefante, diría: La primera vez fue con dos años. O quizá fue cuando aún no había ni nacido, cuando aún estaba en la tripa de mi madre. O a lo mejor fue cuando ya era un poquito más mayor, cuando ya me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.
El caso es que, seguro que aquella primera vez que estuve en Madrid, no podía ni imaginarme todo lo que esta ciudad significaría para mí.
Primero, eso sí lo recuerdo, íbamos a Madrid para ver a los abuelos, para ver a mis padrinos y para jugar a la videoconsola con mis primos los mayores.
Después, íbamos a Madrid para ver la ciudad y entrar a los museos, esos que no había en mi pueblo, el de cera y el de ciencias naturales.
Después, íbamos a Madrid para montar en el Metro, y vimos a un señor haciendo trucos de magia en el mismo vagón en el que estábamos nosotros.
Más tarde, íbamos a Madrid para ir al Parque de Atracciones, con los abuelos y con los primos, a pasar un día divertido montando en todos los cacharros, y al día siguiente, al zoológico.
Después, íbamos a Madrid para comprar unas zapatillas de Ballet nuevas, porque las que vendían en mi pueblo me hacían mucho daño al bailar.
Más tarde, íbamos a Madrid para ir a ver un musical con mis abuelos, por ser la nieta cansina que no paró hasta que la llevaron al teatro.
Después, ibamos a Madrid para ir a la boda de mi padre con su mujer.
Después, íbamos a Madrid para que mi padre pasara un fin de semana con su mujer y con nosotros, y nos llevara a la Warner.
Y creo que fue más o menos en este momento, cuando me di cuenta de que Madrid estaba mucho más cerca de lo que parecía, mucho más cerca que un viaje en el coche con papá, aunque me lo pasara entero durmiendo.
Y entonces ya no fuimos a Madrid: Entonces fui a Madrid.
Fui a Madrid a conocer en persona a gente que había conocido por Internet.
Fui a Madrid para ver el mejor musical que ha existido sobre la tierra.
Fui a Madrid para animarme, después de la operación de la rodilla, para estar con mis amigos.
Fui a Madrid para ensayar un musical con aquella gran familia que nos habíamos juntado.
Fui a Madrid para pasar unos días con mis dos mejores amigos, para ir al teatro, para comer helados de Häagen-Dazs y para que me dieran una sorpresa.
Fui a Madrid para participar en una obra de teatro la noche de Hallowe'en.
Fui a Madrid para pasar los fines de semana con la persona que me robó el corazón.
Y por último, ya no voy a Madrid.
Ahora, vengo a Madrid.
¿Quién me lo iba a decir?